Historia de las villas de Benicàssim

Historia de las villas de Benicàssim

Ene 26, 2017 | Villas

Uno de los escenarios más atractivos de Benicàssim, y que hacen de este municipio un lugar único en la zona de Levante, es su famosa exhibición de villas de estilo afrancesado que visten el paseo marítimo Pilar Coloma, y cuyo momento álgido fue a principios del siglo XX.

El recorrido que se puede realizar desde la Torre San Vicente hasta el final de la playa Voramar es conocido como ruta de las villas y no pasa para nadie desapercibido. Es por ellas que se denominó a Benicàssim el “Biarritz del Levante”, dándole a nuestro municipio un prestigio inigualable en la Comunidad Valenciana.

Primeras villas

Con motivo de la construcción de la línea del ferrocarril que unió las ciudades de Castellón y Tarragona en el año 1872, el ingeniero Joaquín Coloma Grau, decidió edificar una villa para su mujer, Pilar Fortis, en la que pudiesen residir durante el periodo de las obras. La belleza de las playas de Benicàssim llamó la atención de Joaquín Coloma, quien construyó esta primera villa, llamándola como a su mujer, Villa Pilar (de ahí el actual nombre del paseo marítimo «Pilar Coloma»).

A partir de este momento, las familias valencianas de la burguesía fueron instalándose en esta zona llamada la Olla de Benicàssim, que pasó de estar devaluada por no ser terreno apto para el cultivo, a poseer un alto valor para la economía y la vida del pueblo, que empezó a ser conocido como el Biarritz de Levante.

Villa Victoria

Villa Victoria. Fotografía de Universitat Jaume I

Estilo de vida

Villa Victoria en Benicàssim

Villa Victoria. Fotografía de Universitat Jaume I

La vida de las villas se activaba sobre todo en verano, temporada que para las familias burguesas valencianas era de obligatoria estancia en Benicàssim. Esta zona se transformaba en una pasarela de opulencia, con mujeres y hombres que lucían sus mejores galas tanto para pasear como para acudir a las fiestas organizadas en las villas. Las señoras llevaban vestidos de seda o gasa con tonos blancos y pasteles. Por su parte, los caballeros vestían con pantalón, chaleco y levita de 4 botones, y siempre acompañados de su sombrero.

Los eventos más atractivos para estas familias eran las fiestas que organizaban las dueñas de las villas ayudadas por su personal de servicio. Estas fiestas se organizaban con cenas en las que se ofrecían pastas y licores, seguidas de actuaciones musicales y bailes. Y algo que les encantaba era la celebración de tracas y fuegos artificiales con los que cerraban el evento.

Los jardines y terrazas de las villas también mostraban el estatus social de las familias y servían de escaparates de cara a los paseantes. En ellos se instalaban puestos de buñuelos y horchata y se galardonaba a las visitas con licores, cigarros o frutos secos. Se puede percibir el reflejo de la estética modernista, inspirada en la naturaleza, con toques de la Revolución Industrial, que vemos en las rejas de hierro forjado, en la abundancia del cristal, terrazas con balaustradas o en las cubiertas de teja árabe.

El estilo de vida era diferente según las zonas de las villas de Benicàssim, lo que hizo que éstas se dividiesen en 3 grupos: La Corte Celestial, el Limbo y el Infierno. Ésta última estaba formada por el grupo de villas que más fiestas organizaba, situado en las villas más cercanas al Hotel Voramar. La zona más tranquila era la de las primeras villas desde la zona sur con la villa Solimar hasta la villa Marina, donde empezaba el Limbo.

Durante la Guerra Civil Española las familias debieron abandonar sus villas y con ellas, esa vida de ocio y altos lujos. El gobierno de la República incautó las villas y les dio nuevos nombres, relacionados con personajes, hechos de la República o con los países de origen de los brigadistas (Francia, Estados Unidos, este de Europa…).

En esta zona de villas de Benicàssim, la 13 brigada internacional creó un hospital que combatía en Teruel. En él se atendió a 7.500 heridos durante los años 1937 y 1938.

Actualidad

Tras este periodo, hacia los años 50, Benicàssim volvió a ser el destino vacacional privilegiado de veraneo y recuperó de nuevo a sus habitantes. Hoy en día las villas pertenecen a herederos de las familias de aquel entonces, a compradores recientes o en algunos casos son propiedad municipal, como el ejemplo de Villa Ana, que está en proceso de restauración.

Si tienes fotos, historias de familiares o conoces detalles que puedas aportar sobre el periodo de la Belle Époque en Benicàssim, estaremos encantados de leerlos en los comentarios.

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