Quién no ha oído hablar o visto en alguna zona de Benicàssim las famosas hormigas de Capi. La identidad de Benicàssim lleva inherente desde hace muchos años su icono más simbólico, la hormiga, que vemos representada en fachadas de edificios municipales, casas privadas, pintadas en paredes o incluso a través de pegatinas en los coches. Y hay hasta benilovers que han llegado a tatuarlas en su piel como máximo significado del amor que sienten por este municipio.
Pero dónde nacen estas famosas hormigas de Benicàssim y cómo han llegado a significar tanto para nosotros hasta día de hoy, es algo que muchos se preguntan.
Alfonso Trillo-Figueroa, «Capi»
El nombre propio que dio vida a estas hormigas es el de Alfonso Trillo-Figueroa, al que todos llamaban Capi. Este artista valenciano amaba la provincia de Castellón e hizo de Benicàssim su pueblo adoptivo. A Capi se le conocía por su carisma, por su estilo bohemio y por reflejar su arte efímero por las calles de aquel Benicàssim de los 80 en el que todos los vecinos se conocían.
Además de en Benicàssim, Capi vivió largas temporadas como farero en las Islas Columbretes, en las que pasaba su tiempo disfrutando de los animales y el mar. Este conocido artista utilizó su amor por el mar y la naturaleza para crear numerosos diseños repetidos de peces y gatos, así como de bicicletas.
De hecho se le pidió que decorase la acera que recorría el antiguo Paseo Marítimo desde el Voramar hasta el Eurosol, y lo cubrió con un mural de 3740 metros de extensión con más de 400 maravillosos peces de colores dibujados a un trazo.
Capi y las hormigas
Las historias y relatos sobre la pasión de Capi por las hormigas son múltiples, y algunos más poéticos que otros. Podréis leer o escuchar que, aparte de su amor por ellas, causado durante su estancia en las Islas Columbretes, su curiosidad por las hormigas aumentó cuando, tras el incendio del Desierto de las Palmas de 1992, el pueblo de Benicàssim se llenó de hormigas que huyeron de la montaña. Sin embargo, hablando con su entorno más cercano, nos cuentan que Capi empezó a dibujar las hormigas porque sí, o sin motivo aparente alguno. Simplemente le gustaban las hormigas de la misma forma que le gustaba dibujar gatos o peces.
Capi empezó a utilizar el diseño de hormigas por Benicàssim como objetivo reivindicativo para marcar fachadas y paredes viejas o descuidadas. Además, creaba caminos de hormigas por el suelo para indicar la manera de llegar a destinos concretos, simulando el efecto de las migas de pan. La hormiga representaba también el símbolo del pub que abrió con su amigo y socio Rafa, el Plastic. De esta manera, las hormigas fueron adquiriendo una fuerza y significado simbólico para todos los benicenses, que se fueron identificando con ellas cada vez más.
De hecho, fue su curiosidad y búsqueda de más información sobre estos insectos lo que le llevó hasta La Habana (Cuba) en 1997 a investigar sobre las hormigas azules, y donde un 27 de noviembre perdió su vida tras un ataque cardiaco, con 43 años de edad.
Tras su muerte, el hueco que dejó Capi fue tan grande que se tomó a sus hormigas no solo como símbolo de Benicàssim sino también como recuerdo de su persona y del artista que llevaba dentro.
El Ayuntamiento de Benicàssim rindió tributo a Capi a través de un monumento que se colocó en el parque de El Mascarat, a los pies de las Agujas de Santa Águeda, en cuya torre vigía trabajó en sus últimos tiempos.
Las hormigas en Benicàssim
Diferentes lugares homenajean a Capi con la presencia de sus hormigas en sus fachadas, como el instituto Violant de Casalduch, el Teatro Municipal o el hotel Voramar, que vende 5 tipos de hormigas forjadas en hierro o diferentes camisetas y pegatinas, y cuya recaudación se dona al 100% a Acción contra el hambre. Incluso la caseta de los guardas del parque de las Islas Columbretes tiene un recordatorio con hormigas de Capi.
Su hermano Leopoldo José Trillo-Figueroa habla de la forma de Benicàssim en su libro “Un parell de vegades” (con versión también en castellano: “UN PAR DE VECES – Las hormigas de Capi”), dedicado a su hermano Capi. Si utilizamos un poco la imaginación, y con la ayuda de la ilustración que diseñó en este libro, Benicàssim visto desde las Agujas de Santa Águeda, podría ser como una hormiga gigante, con sus dos núcleos principales, el pueblo y las Villas, unidos por las líneas marcadas por la carretera hacia el Grao de Castellón, la gran Avenida Jaume I, la antigua vía del tren y la carretera N-340.
Sea como fuere, la hormiga es un fuerte símbolo para benicenses y benilovers, y desde Benicàssim Paraíso queremos agradecer a Capi por dejarnos para siempre su obra impresa en nuestros corazones.