Si no conoces Benicàssim en invierno, no conoces el verdadero Benicàssim. Los benicenses y muchos de los habitantes de Castellón de la Plana decimos que no hay lugar en el mundo para vivir como Benicàssim. Muchos incluso lo utilizan como opción de vivienda desde el otoño hasta la primavera y se alejan en verano, dejando paso al bullicio, el tráfico y las nuevas masas de habitantes y veraneantes.
Benicàssim en invierno es un lugar completamente diferente al famoso y turístico Benicàssim de los festivales, de los chiringuitos y de las playas repletas. En invierno predomina el silencio, el silencio de las personas y de los coches ausentes. En sus días grises los únicos sonidos que destacan son los del viento cargado de humedad y las palmeras que con su temerosa fuerza agita. Además, el mar revuelto y enfadado ataca la costa con sus olas como caballos galopando hacia la arena, a la que absorben casi por completo. Esos son los sonidos predominantes del Benicàssim invernal.
Pero en sus días de sol, que suelen ser los más numerosos, todo cambia y llega la paz. La luz del frágil sol de invierno es suficiente para alegrar a los pocos viandantes que disfrutan de sus playas y sus paseos marítimos. Algún corredor por la orilla siente que es el propietario momentáneo de esa playa y da gracias por poder sentir el olor del mar y tener esas exclusivas vistas sólo para él.
¡La naturaleza se abre paso para ser la total protagonista del lugar!
Y el pueblo vuelve a ser un pueblo, un verdadero conjunto de vecinos de toda la vida que mantienen sus pequeñas tiendas de la calle Santo Tomás o que llevan a sus niños al colegio y de ahí a merendar a alguna de sus plazas. Una pequeña gran familia de unos cuantos miles de habitantes esparcidos entre las casas del pueblo, algunas villas y toda la masa de apartamentos con su mayor parte de persianas bajadas.
Una inmensa tranquilidad y sencillez se apodera en invierno de este pueblo, que no por ello es menos activo ni deja de ofrecer eventos culturales, deportivos o sociales, pero que simplemente son más cercanos y con menos revoluciones que los estivales.
Benicàssim es un paraíso que deberías conocer en todos los meses del año, pues cada momento hace de este pueblo un lugar diferente. Disfruta de Benicàssim en invierno y conoce su silencio, su paz y su tranquilidad.